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La belleza del arte desde quien la observa



Sobre la belleza del arte se ha escrito mucho aunque ineludiblemente depende del ojo de quien la observa. Sin dogmas ni ideas se aproxima la neuroestética, un método de análisis aplicado que estudia qué es lo bello.


Las diferencias entre cada uno de nosotros con respecto a lo que nos parece bello o no las percibimos cada día, pero la cuestión de qué es bello como fenómeno reconocible sigue siendo una incógnita. En este punto entra en juego el padre de la neuroestética y a quien dedico esta entrada con mucho cariño, el eminente Semir Zeki catedrático de neurobiología en el University College de Londes (UCL). Autor de numerosa literatura científica también ha escrito libros que podemos encontrar en bibliotecas generales como Visión interior: una investigación sobre el arte y el cerebro, donde diserta con audacia y perspicacia, desde las bases neurofiosológicas, sobre las artes plásticas por ser de percepción principalmente visual. Así, profundiza sobre el artista, sobre sus deseos y los elementos socio-culturales que plasma las artes plásticas, sobre qué es lo bello y como lo percibimos y procesamos desde nuestras estructuras cerebrales. Y es aquí donde saltamos a nuestro campo del conocimiento la música y la danza, qué es lo bello para el artista y para quien lo percibe. Ambas artes se perciben de forma sonora además de la visual y son de naturaleza efímera lo cual las convierte en magia para nuestro cerebro, como todo lo bueno y como la vida misma empieza y se acaba.


Sabemos que la música y la danza se basan en un continuo entre emoción, relacionada con las áreas límbica del cerebro, y cognición, donde convergen diferentes regiones cerebrales que se suman a la difícil ecuación de percibir la belleza musical. Este cóctel lo agita el creador y lo toma el oyente y espectador quien siempre ejerce un juicio crítico desde sus estructuras cerebrales que incluyen factores tan determinantes como su enculturación con los fenómenos culturales más frecuentes en su entorno y donde ha realizado su aprendizaje.


¿Qué llevamos como seres humanos y qué adquirimos para decidir qué es lo bello para nosotros? Es esta la pregunta que nos hacemos y por la que vamos a caminar y revisar la literatura de neuroestética aplicándola a la música y la danza. Porque lo bello del arte aunque siempre sea arte se juzga según los ojos y oídos con los que se escucha y se ve, sobre qué bases neurofisiológicas nos basamos para el juicio crítico nos puede dar algunas ideas sobre cómo comprendemos el arte y en definitiva a nosotros mismos. Mientras tanto escuchemos y veamos música o danza porque nos regalan emoción y cognición independientemente de su estética.



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